domingo, 31 de mayo de 2015

Una vida imaginaria de Petronio, nazis que escriben en América y el cuidador de un hotel que pierde la cabeza: Escritores que nunca existieron (¡y que nos encantaría leer!)

Alguna vez hablamos en este blog de algunos libros imaginados (pero inexistentes) dentro de libros reales.
Esta vez hablaremos de escritores imaginarios: ya se trate de seudónimos o de personajes de ficción dedicados a la escritura, la literatura está llena de escritores que no existen más que en la imaginación de los autores (reales) que los imaginaron. 

Jack Torrance y Paul Sheldon: los escritores atormentados de Stephen King.

Muchas de las novelas de Stephen King tienen protagonistas que son escritores, artistas o músicos. Dos de ellos, quizás por haber dado el salto a la gran pantalla, son especialmente famosos: Jack Torrance, de El resplandor y Paul Sheldon, de Misery.
Torrance y su familia pasarán un largo invierno viviendo en el gigantesco hotel Overlook. A cambio de pequeñas tareas de mantenimiento y cuidado del hotel, la familia Torrance podrá vivir todo un invierno tranquilo y disfrutar de las comodidades del Overlook. Jack Torrance, escritor, podrá trabajar en su libro.
Es sabido que el libro nunca llega a buen puerto, y que en el Overlook habitan fuerzas que alejan a Torrance de la página en blanco y lo invitan a actos un tanto más... violentos.



Jack Torrance, interpretado por Jack Nicholson en la versión de El resplandor dirigida
por Stanley Kubrick


Paul Sheldon no sufre de bloqueo creativo. Al contrario, su imaginación está en tan buen estado que ha decidido matar a su personaje de novelas románticas Misery Chastain y dedicarse a escribir novelas de otros géneros y temáticas. Desafortunadamente, sufre un accidente de coche y es rescatado por la fan número uno de Misery. Lo que sigue es uno de los cuidados de un paciente más violentos.

James Caan y Kathy Bates como el creador de Misery y su fan número 1
Los escritores nazis de Roberto Bolaño.

La literatura nazi en América es quizás el libro más curioso de Roberto Bolaño. Se trata de una coleccción de perfiles, de diminutas biografías, de decenas de escritores que cultivaron la literatura nazi. Ninguna otra novela de Bolaño diluye tanto los límites entre lo real y lo imaginario, así que nunca podemos estar seguros de si escritores como Luz Mendiluce Thomson (quien fue «una niña preciosa, una adolescente gorda y pensativa y una mujer alcohólica y desdichada», además de la más talentosa entre toda su familia) existieron en verdad o son fruto de la imaginación de Bolaño.


Las vidas imaginadas por Schwob.

En 1896, Marcel Schwob presentó una colección de relatos escritos con el estilo clásico de las biografías: las Vidas imaginarias. Además de asesinos y curanderos milagrosos, entre las páginas de estas vidas caminan el poeta Lucrecio, que existió en la vida real pero que en la obra de Schwob adquiere matices ficcionales y se diluye en la irrealidad, como le pasaba a los nazis de Bolaño. Para dar un ejemplo, en la vida que Schwob imaginó para Petronio, el poeta latino «nació en los días en que saltimbanquis vestidos con trajes verdes hacían pasar a cerditos amaestrados por aros de fuego; cuando porteros barbudos, con túnica cereza, desgranaban legumbres en una bandeja de plata, delante de los mosaicos galantes a la entrada de las quintas.» 




Dos escritores borgeanos.

Explícitamente influenciado por la obra de Schwob, Jorge Luis Borges fue uno de los escritores que mejor logró conjurar libros y escritores que nunca existieron. Dos de ellos son de una naturaleza fascinante: Pierre Menard y  Jaromir Hladík. Ambos habitan la colección de relatos Ficciones
Pierre Menard fue un escritor francés que se propuso escribir El Quijote. Su objetivo no era reescribirlo, versionarlo, copiarlo, transcribirlo: su objetivo era ser el autor El Quijote, esto es, convertirse en Cervantes. Su método y sus logros parciales conviene dejárselos al propio Borges.
Jaromir Hladik es un autor de una obra que nadie nunca ha leído. Es el protagonista del relato El milagro secreto, y las razones por las que nadie ha leído su obra son de una magia tan grande que, de nuevo, conviene remitir al lector al relato original.



¿Algún otro escritor imaginario que se os ocurra? ¿Algún otro ficticio autor de obras maestras? Estos son solo cuatro, pero la literatura está poblada, probablemente, por miles de personajes que se han dedicado a la literatura.


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